jueves, 16 de febrero de 2012

Ortega y Gasset. Rectificación de la República

Ortega y Gasset
Nació esta República nuestra en forma tan ejemplar, que produjo la respetuosa sorpresa de todo el mundo. Caso insólito y envidiable. Acontecía un cambio de régimen, no por manejos ni golpes de manos, ni por subversiones parciales, sino de la manera inevitable, exuberante y sencilla como brota la fruta en el frutal.  Este modo, diríamos espontáneo, de nacer la República, nos garantiza que el grave cambio no era una ligereza, no era un capricho, no era un ataque histérico, ni era una anécdota, sino que había sido una necesidad profunda de la nación española, que se sentía forzada a sacudir de sobre sí el cuerpo extraño de la monarquía.

Lo que no se comprende es que habiendo sobrevenido la República con tanta plenitud y tan poca discordia, sin apenas herida, ni apenas dolores, hayan bastado siete meses  para que empiece a cundir por el país desazón, descontento, desánimo, en suma, tristeza. ¿Por qué nos han hecho una República triste y agria, o mejor dicho, por qué nos han hecho una vida agria y triste, bajo la joven constelación de una República naciente? (Muy bien).

No voy a acusar a nadie, no sólo porque repugno faena tal, sino porque, además sería injusto. Conozco a esos hombres que hoy dirigen la vida pública española –y me refiero, no sólo a los Gobiernos, sino a muchos que militan próximos a ellos-; conozco a esos hombres y sé que la política peninsular no ha encontrado junto tesoro mayor de buena fe y de prontitud al sacrificio. Lo que pasa es que se han equivocado, que han cometido un amplio error en el modo de plantear la vida republicana. Y aún si luego tuviera tiempo me atrevería a demostrar que, en buena porción, ese error cometido no le es imputable, sino que más bien son de él responsables las clases representantes del antiguo régimen, que ahora tan enconadamente combaten a esos hombres. ¿Pues qué? ¿Se quería que después de haberlos mantenido en permanente oposición, más aún, en virtual destierro de los negocios públicos, pudiesen esos hombres, de la noche a la mañana, improvisar la destreza, la soltura de mano y la óptica del gobernante?.

No; hay una porción de error en la actuación de esos hombres, en la de todos nosotros, que no debe de avergonzarnos, porque nos viene impuesto por una realidad histórica profunda. No somos culpables de que se haya roto de modo tan total la continuidad de las fuerzas políticas españolas.

Hace diecisiete años, en 1914, en una conferencia juvenil, titulada «Vieja y nueva política», anunciaba yo que esa discontinuidad se produciría por el torpe hermetismo del régimen monárquico, que no permitía la convivencia de todas las fuerzas nacionales, sino que establecía una valla, más allá de la cual quedaban desterrados de los asuntos de España la mayor parte de los españoles."

José Ortega y Gasset: “Rectificación de la República” (Conferencia en el Cinema de la Ópera de Madrid el 6 de diciembre de 1931) en: Discursos políticos. Madrid, Alianza Editorial, 1974, pp. 192-193.